"Si dejas de aprender, dejas de enseñar" (Joan González)

2015/11/03

NUESTRO HÁBITAT






Este sitio, donde a veces lo encuentras duro y otras blando. Este banco, donde 10 minutos antes de empezar un partido, intentas acomodarte en él, probando  estos fatídicos minutos, para los entrenadores, antes de empezar. Estos minutos donde ves a tus jugadoras haciendo el calentamiento y donde alrededor tuyo sólo ves camisetas, botellas de agua y tu pizarra reposando al lado tuyo. Este es uno de esos momentos en que te sientes con mas responsabilidad como entrenador. Todo esta por empezar. Tu decides con quien y como vas a hacerlo, y estas a la espera de este salto mágico entre dos jugadoras.
Este espacio de tiempo, me viene como una película de lo que me gustaría que sucediese, donde vienen a mi memoria el trabajo de la semana, las sensaciones con las jugadoras, y lo que hemos trabajado...No queda tiempo para más.

Después viene la otra parte. Ese banquillo, se llena con tus ayudantes, delegada y jugadoras. Estas mas “acompañado”, pero sabes de tu vulnerabilidad. El banquillo se ordena, todas buscan ese lugar del que siempre quieren salir para jugar y que al volver necesitan otra vez ocupar. Es su habito, este que da seguridad.
Te levantas, te sientas, miras a un lado, a otro. Te fijas en el entrenador contrario, sus indicaciones, sus cambios. Rectificas, propones, decides...pero son segundos donde la decisión ha de ser rápida, tu ayudante te aporta ideas, la delegada te informa de datos y te repites ”Vamos Joan, procesa rápido”...Y lo haces. Todo se ordena de forma natural, como en cajitas independientes dentro de tu cabeza, y vas abriéndolas en función de la necesidad.
Te alejas del banquillo, para acercarte a la arena. Estas de pie, los actores con el balón, y de vez en cuando notas el pasar de los árbitros, una frase, una protesta, unas miradas de complicidad y  otras de desaprobación...otra cajita mas.
Y decides acercarte a ese banco otra vez, cruzas la mirada con siete jugadoras con hambre de salir, y lo notas, vaya si lo notas.

Y llega el momento decisivo del partido, pocos segundos, marcador ajustado, tiempo muerto...Todos enfrente tuyo. Notas el olor a sudor del esfuerzo (me encanta ese olor, mezclado con los ojos abiertos con ganas de ganar), las respiraciones altas. Has de decidir. Tienes apenas 40 segundos. Sacas de una de tus cajitas una idea para este último ataque o última defensa. Y vuelves a mirar a los ojos de ellas. Este momento es el mas importante. Ahí detectas si esta idea de tu cajita va a funcionar o no. Lo percibes, lo sientes y cruzas la mirada con tu base y ahí notas que ganas...te esta comunicando “todo irá bien coach”.
Te vuelves al banquillo, ahora ya mojado, desordenado...todo esta apunto de acabar. Tan “solo” queda la última acción, esa en la que los demás te juzgaran en función del resultado.

Es de noche y en casa te notas cansado, vacío, exhausto. El partido te viene a la memoria casi como otra película.
Y en ella ves que  te has equivocado, has abierto una cajita antes de tiempo, has consumido a otra, te has equivocado en una rotación, quizás ahí reaccionaste tarde. Te falto un “Time out” en aquel momento. Aunque horas después del partido lo ves claro, una voz dentro de ti durante el partido, ya te había avisado.
El banquillo se ha quedado solo. Esta en el pabellón esperando a otro partido.
Has dejado toda tu energía allí. Has dado todo de ti en estos barrotes de madera., pero ahora te toca otra silla. La de tu despacho. Ahí empieza el otro partido. La gestión del equipo en el post partido. Jugadora con poca rotación. Jugadora que no ha jugado. Jugadora en bajo estado de forma...

Ese es nuestro hábitat junto con el parquet...No hay descanso, y que dure!!!


2015/10/08

EL GRITO DEL ENTRENADOR. REFLEXIÓN




Hace poco, mi amigo y entrenador Juan Couto, me comentaba que podría escribir sobre si gritar por parte del entrenador tenia efectos positivos o negativos. Si era un “recurso” apropiado o no...

Es difícil ser objetivo en este artículo, por que os habla un entrenador que tiene una voz de entrenamiento alta y que con el paso de los años, quizás he ido domando, no consiguiéndolo en muchos de los casos.

He de reconocer que cuando he ido a ver entrenadores que dirigen sus entrenamientos sin alzar la voz y consiguiendo un ritmo alto de entrenamiento, me he quedado sorprendido. Gratamente sorprendido diría. Dentro de mi escuchaba una voz que me decía: “Ves Joan, se puede hacer un entreno intenso sin gritar, sin alzar la voz, sin enfatizar”.

Pues ya veis a este entrenador intentando hacer su próximo entrenamiento con tono bajo. El resultado, un desastre. Ritmo de entreno a mínimos, la gente mirándote como un marciano y preguntándose a este que le pasa hoy.

Así es que me siento en mi diván y reflexiono sobre ello. Y en este pensamiento que tiene que ver mucho con tu Yo, llego a varias reflexiones.

Una de ellas es que moldearse, hacerse como entrenador, ha de ir unido a la personalidad de cada uno. No podemos ser bicéfalos en una personal y otra como entrenador. Los entrenadores, creo yo, hemos de ser naturales. Si fuerzas una imagen no consigues nada, por que no sirve de nada engañarse a uno mismo y a los demás.

Yo soy de los que grito, de los que enfatizo y demuestro mis emociones , y eso no es mejor ni peor que otro entrenador que manda con la mirada, con gestos y con un tono de voz bajo. Al final son los jugadores los que se acostumbran a cada tipo de entrenador.

En lo que si que habría discusión es en las preguntas que voy a plantear y que voy a responder como Joan González entrenador, y que por supuesto son el fruto de MI reflexión personal

·        ¿El grito  se debe utilizar mas en equipos de formación o no?

Creo que el grito tiene poco efecto en equipos de formación, aunque es cierto que a veces en alguna situación hay que enfatizar, realzar el tono o enfadarse en aspectos que consideremos importantes. Pero por mi experiencia en formación, no considero que sea un recurso demasiado positivo, donde puedes bloquear a un jugador aún inseguro en su faceta de construcción de la personalidad.

·        ¿En los equipos séniors en que momento hay que aplicar el grito?

Desde mi punto de vista el grito ha de ser en el momento justo. Averiguar cuál es el problema, por que ha de tener efecto sobre el grupo, en el sentido que a ti te convenga como entrenador. No es fácil escoger los momentos, pero hay una situación que para mi es influyente: la baja concentración del grupo con el trabajo.
Estar continuamente gritando pierde efectividad, porque el grupo incorpora este tono, como habitual y entonces no tiene ningún efecto. Mejor dicho si lo tiene: negativo y perdida de autoridad

·        ¿Hay que aplicar a  todos los jugadores el grito?

Pues evidentemente creo que no. Creo que los entrenadores hemos de saber como afecta a cada jugador un grito. Por mi experiencia hay jugadores que una frase irónica, una mirada o una observación, pueden tener más efecto que un grito y hay otros jugadores que les pasa al revés.

·        ¿Gritar, refuerza el entrenamiento?

En mi opinión, como he dicho antes, esto va en función de cada entrenador. De cómo le gusta expresarse. A mi parecer cuando estas en tensión, elevas el tono de voz, etc... Estás ayudando en la dinámica de determinados ejercicios, básicamente defensivos, que necesiten un extra de trabajo mental. Y ahí creo que el grito es de ayuda por que transmite al jugador esta intensidad que deseas para este trabajo.

·        ¿En qué situaciones el grito puede ser negativo?

Hay varios factores por los que un grito puede producir el efecto contrario de lo que busca el entrenador:

-         Cuando se quiere  buscar autoridad.
-         Cuando se quiere  demostrar al entorno o cierto entorno que “se domina” una situación.
-         Hacerlo a un jugador/a de poca influencia en el vestuario, por que a parte de perjudicar     mas, a un jugador con poca ascendencia en el grupo, pierdes a la vez la autoridad antes los que si la tienen.
-         Gritar como hábito y no como estímulo.
-         Hacerlo para evidenciar al jugador delante de otros y justificar un error tuyo.
-         Gritar siempre como refuerzo negativo. Hay gritos que refuerzan actitudes positivas.


Seguramente hay muchas mas acciones de grito de las expuestas aquí. Tantas como personalidades de entrenadores. Pero quiero reflejar el grito en si mismo no es malo ni bueno, sino que va en función de dónde se ponga el acento, de que se quiera conseguir.

Algunos que desde fuera nos ven chillar, pueden ver un cierto descontrol de la emoción, y quiero defender que se puede chillar, y controlar esa emoción interna, aunque se digan cosas en un contexto que no se dirían fuera del parquet o del vestuario.

Chillar, gritar, elevar mucho el tono de voz,  no es necesariamente sinónimo de enfado, puede haber otros objetivos que se quieran conseguir con esta actitud del entrenador.

Quiero acabar diciendo, que en defensa de aquellos que utilizan un tono de voz elevado en el entrenamiento o partido, me hacen sufrir más aquellos jugadores que tienen entrenadores, que supuestamente siempre demuestran un tono plano y utilizan el sarcasmo para intervenir entre él y el jugador. Aquellos entrenadores  que van “de super-entrenadores” como si dominasen todas las facetas relacionales en el parquet, y que dan esa imagen de poder, cuando en realidad después, algunos canalizan toda esta emoción que han contenido, en relaciones deterioradas entre quienes les rodean.


















2015/09/03

EL STATUS ENTRE LOS ENTRENADORES DE FORMACIÓN



Es difícil explicar estas situaciones, pero ocurren.
Los entrenadores en un club, muchas veces no son valorados  por lo que saben , sino lo por lo que representan en su club, por el tipo de equipos que llevan, o por etiquetas prejuzgadas.

A veces cuando veo jóvenes entrenadores, me veo reflejado en ellos hace 25 años. Muchos de esos “tics”, son fácilmente identificables en épocas de aprendizaje, de hacerse un hueco en este mundo tan difícil. Llamo hueco, a ganar la credibilidad. Aunque eso también puede ocurrir cuando buenos entrenadores, que por el mero hecho de tener una cierta edad, los van relegando a equipos con menor proyección deportiva. En eso, el trabajo de entrenador se parece al mercado laboral y su línea de actividad.

Veo que esos jóvenes entrenan para ganar, aunque ellos saben que eso les perjudica en el futuro. Quieren ganar a toda costa su credibilidad para sumar enteros y tener opciones a equipos representativos de este club, o de otros. Y no les falta razón, la mayoría de ellos son juzgados por clasificar sus equipos a preferente, ganar un campeonato, clasificar a equipos para fases, etc…

Cuando algunos directores técnicos les dicen a esos entrenadores: Tienes equipo para clasificarte, has de quedar entre los tres primeros (por decir algo), etc, y ponen esa presión al entrenador, presión que también ejercen los padres, no saben que están perjudicando y mucho, el futuro de este entrenador.

Ese entrenador dejará de ser él mismo y querrá contentar a su entorno e incluso competir con el,  con el fin de conservar su "sitio de trabajo”,  donde suma  esos pocos euros mensuales, y que dada su juventud, se mezcla con el ansia de hacerlo bien  y el miedo a perder las dos cosas.

Y ahí estamos con ese coctel, al frente de un equipo y de una temporada. Nervios, exceso de protesta, planteamientos rígidos (lo que denota falta de seguridad), dificultad de control en situaciones limite, y una larga lista que hace empequeñecer al entrenador y engrandecer la hipocresía.

Queremos entrenadores formadores que ganen. Y cuando eso se produce siempre oigo: “Ese entrenador/a lo hace bien”, “ese entrenador/a tiene futuro”.
¿Qué es lo que hace bien? ¿Ganar?, ¿Qué futuro tiene? Su único futuro es caer en la liturgia de que si ganas sigues, si pierdes te echan. Si consigues esa clasificación eres protegido por ese club, si pierdes, esa credibilidad…(que nunca habías tenido, solo te la dejaban) ya no la encontrarás.
Y ese entrenador se pregunta: ¿Dónde está todo lo que decían mis profesores, cuando me inculcaban la importancia de la formación, del aprendizaje, del trabajar los valores en el grupo, de que los resultados no son lo más importante?. Cuando hace eso y los resultados no son los esperados, se encuentra su DT que le esquiva, los padres con miradas de dudas, y él con esa edad donde todo te influye, confundido porque lo que le han dicho y la realidad, no se parecen en nada.
Quizás los que damos  clase a estos entrenadores, deberíamos decir: No se preocupen por la formación, ustedes a la suya, ganen todo los partidos posibles, si ven una "sombra" que se aproxima, elimínenla, ustedes van primeros. Intenten que alguien se caiga de la silla y siéntense ustedes. Si los jugadores no saben baloncesto, que aprendan solos. Ustedes hagan esos sistemas complejos, para que les den resultados deportivos. Sueñen todos con ser entrenadores ACB a cualquier precio…Pero ganen!!

Quizás si, pero va a ser que no. Va a ser que algunos vamos a seguir insistiendo en el otro baloncesto, ese baloncesto mal llamado romántico. Ese baloncesto formativo donde los aspectos mas importantes sean otros y también el competir, porque una cosa no esta reñida con la otra. Ese baloncesto donde el jugador vea en el entrenador esa llave que abre la puerta para saber más. Donde el entrenador sea un referente educa-deportivo, para el jugador

Sino protegemos a los entrenadores jóvenes, el futuro de nuestro baloncesto, no será el que muchos deseamos. Si dejamos que el status de un entrenador, respecto sus compañeros, dependa de los resultados, sólo conseguiremos fracasos, decepciones, falsa competitividad, y lo que mas me preocupa, que sólo sigan adelante,  esos entrenadores capaces de lo que sea para suibir a ese podio, no al del efímero del resultado, sinó al del poder que da el ganar y que otros pierdan.












2015/07/24

LOS JÚNIORS, ESA EDAD TAN COMPLEJA


Hablar de júniors, es hablar de adolescentes.
Entrenar a júniors es trabajar con adolescentes.
Llevar un equipo Júnior, requiere madurez.

La imagen que muchos tienen de esa categoría, son los júniors escogidos, los preferentes, los que van a campeonatos autonómicos, lo que van a campeonatos de España, aquella testosterona que se da más en estos años, al servicio de la agresividad defensiva, los mates, los saltos al rebote...la proyección del futuro en definitiva. Ese paso que estos jugadores han estado esperando y trabajando durante años, driblando situaciones comprometidas, buscando equipos que les aupasen hacia este objetivo, para llegar bien bien no se sabe donde, pero que en definitiva ha sido su sueño, o el de sus padres en muchos de los casos.

Ahora aparquemos esa imagen: Ese equipo  junior, de un pueblo, ciudad,  de nuestro territorio, en una categoría “baja”, con suerte con un entrenador entregado, o sin ello, con un entrenador preparado o no...Este equipo, donde el nivel deportivo no es el objetivo prioritario, donde priman quizás otras circunstancias para estar en este junior. Donde los padres quieren que en esta época de crecimiento, su hijo/a haga deporte y “no se pierda en las plazas”, o por qué no, que tengan esa cultura deportiva tan necesaria en etapas maduras.

Y el entrenador llega a su primer entreno y ve a 10 jugadores (algunas veces no llegan a ese número), con diferentes objetivos y/o expectativas: Ese jugador que aún tiene alguna ilusión por llegar a un equipo mas importante, por mejorar, incluso soñar. Este jugador que lleva desde los 5 años en el club y ha subido de forma natural, y quizás su única ilusión es la de compartir un rato con sus amigos de siempre. El jugador que viene rebotado de un equipo de mejor calidad y que la trayectoria lo ha puesto ahí, y sigue pensando que es mejor que el resto que le acompaña. El otro jugador que sabe que no tiene calidad pero que aquí ha encontrado su rol, sus amigos y no se siente desplazado. El otro que “le obligan” a hacer alguna actividad deportiva. Y así podríamos buscar muchos ejemplos.

¿Dónde? ¿Cómo podemos buscar esa motivación necesaria para entrenar a este equipo, para que sus jugadores se sientan a traídos por el trabajo semanal durante 9 meses?

A los entrenadores que tengan equipos de estas características, habría que darles un premio. Me rio yo cuando entrenadores de preferente júnior sienten presión, o se enfadan por cosas de sus equipos, o no les salen los sistemas defensivos u ofensivos, o tienen que lidiar con los egos…Que si, que es complicado. Pero que me dicen de este entrenador que va a entrenar y no sabe cuántos jugadores habrá aquel día, que me dicen de este entrenador que tendrá que buscar estrategias para conseguir que empiecen diez y acaben diez durante la temporada!!!
Desde mi punto de vista ese tipo de entrenador ha de buscar dos objetivos:

1.      La mejora individual para aquel jugador que tenga un interés.
2.      Encontrar, saber encontrar, un objetivo común que sea capaz de unir al grupo. Y este objetivo no es ningún campeonato autonómico, ni estatal!!. Este objetivo debe ir más allá de la propuesta de clasificación. Ha de ser algo vinculante donde el grupo se sienta identificado. Teniendo en cuenta que en esta edad se dan situaciones de estudio importantes, decisiones que pueden decidir un futuro profesional, y encima con los vaivenes que conlleva la adolescencia, por no hablar de algunas situaciones familiares, que conllevan un considerable desgaste psicológico y/o emocional.

Esto deberá hacer este entrenador. Sin este objetivo común que comprometa a todos sus miembros, va a ser difícil que la temporada sea estable, dentro de lo que significa esta palabra en un barco con aguas diversas.

Antes de que busques ese objetivo:

1.      Que en esta edad importa más la relación entre iguales que entre los adultos, por lo tanto busca algo donde ellos se sientan identificados, y tú sólo dedícate a corregir el rumbo, cuando veas que el viento es demasiado fuerte.
2.      Los chicos y chicas en edad júnior tienen algo sensacional. La emoción les invade. Has de conseguir algo desde el corazón, y ahí el entrenador si tiene un papel importante. Compromételos emocionalmente y tienes la mitad del trabajo hecho.
3. Se exigente, duro con ellos, ellos necesitan límites y demuéstrales que la profesionalidad, , el valor del esfuerzo no entiende de categorías. Se puede estar en una categoría “baja” y tener un alto rendimiento.
4.      Apórtales estabilidad dentro y fuera de la cancha. Con esta edad son indisciplinados, contestan con tono agresivo ante los imperativos, y sobre todo ante las contrariedades. Han de ver autoridad y no autoritarismo. Por eso decía antes, lo fundamental que es nuestra madurez como profesionales y también como personas.
5.      Dale valor al grupo. Son ellos los que tienen que decidir cosas importantes. Cuando les cueste entrenar, porque hay futbol en la TV, o cualquier otra circunstancia que no ayude a realizar la sesión de entrenamiento, pregúntales…”¿Es mejor la acción individual de abandonar, o es mejor nuestro compromiso pactado a principio de temporada?. Ahora tenéis la oportunidad de demostraros hasta que punto sois un grupo unido.” Ante eso ellos responderán lo segundo, porque el valor que tienen como grupo siempre es más fuerte.
6.      El refuerzo positivo es tan importante, como el de no abusar de  este. Ellos necesitan límites y constantemente te los están pidiendo, exigiendo.  Equilibra este límite. Si es en defecto no conseguirás que te sigan, si es en exceso, se revelaran.
7.      El sentimiento de pertenencia es algo que admiran. Pertenecer a un grupo donde no haya aspiraciones deportivas  de difusión, pero que si puede haber repercusiones hacia si mismos, produce autoestima, por que sienten que es algo que ellos han escogido.
8.   Que vean a un entrenador solo como tal, no es una buena señal, en estas edades. Has de estar dispuesto a hacer algo más fuera del ámbito deportivo. Estando cerca de ellos y que ellos noten que tu interés por ellos grupalmente e individualmente, va más allá de un balón de baloncesto.



Todos o casi todos, pueden entrenar con pistas excelentes, jugadores virtuosos, y una propuesta competitiva atrayente. La pregunta es, si podemos hacer lo contrario.
Ser entrenador de un equipo sin una proyección deportiva exquisita, es un buen argumento para saber hasta que punto puedes sentirte entrenador .
Si somos capaces de entrenar, en canchas divididas, con jugadores limitados técnica y tácticamente, en una competición “baja”, y saber motivar a estos 10 espartanos adolescentes, entonces quizás, sabremos el verdadero valor que tenemos como entrenadores, educadores y personas.

Vamos al lio!!!

2015/05/25

CUANDO LOS RESULTADOS NO LO SON TODO


Es difícil entrar en la cabeza de un entrenador. Muchos piensan que sus gestos, sus miradas son suficientes para interpretarle, pero los que somos entrenadores sabemos que dentro nuestro, se entremezclan muchas cosas que hacen que tomemos decisiones, que desde el exterior son complejas de interpretar y mas que eso, pueden no entenderse.

Tener malos resultados casi siempre te abocan al fracaso. A un entrenador normalmente se le juzga por eso, aunque es verdad (y me alegro) de que haya excepciones en muchos clubes, apostando por un modelo, un estilo, un trabajo en definitiva, que se mueva mas allá de los valores de ganar o perder.

Pero cuando un entrenador hace un resultado correcto, cuando se siente bien por el trabajo numérico realizado, se da por hecho que la renovación será efectiva por parte de la directiva del club, y por parte del mismo entrenador. Si una de éstas dos variantes no hace ese camino, se malinterpreta, o no se entiende.

Dejar un club, renunciar a una propuesta de un club, al que llevas en el corazón, decidir que has de irte y dejar un staff técnico sobresaliente, un presidente que es amigo personal, una junta que te ha apoyado en los momentos difíciles y unos jugadores que has convivido nueve meses y que has hecho tuyos, es fácil preveer que la mayoría no podrán comprender el alcance de esta decisión.

Ser entrenador, por mucho que algunos quieran minimizarla, no es una tarea fácil. Se mueven muchos intangibles. Y en mi caso en la UEMataró así ha sido. No ha sido fácil porque  la UEM es un club con historia, y esa historia (como decía un amigo entrenador) ha sido tan grande en el baloncesto nacional y de la ciudad, que conlleva un peso continuo. Un peso invisible, pero con cabezas visibles.
Ha sido un año complicado, pero me siento “groc”, no he de negarlo, y este sentimiento nunca se me ha permitido llevarlo con alegría, con la confianza que humildemente creo que merecía, aunque no soy de  Mataró, ni vivo en esta ciudad, ni formo parte de...

Mi incapacidad de gestión de este entorno, es tan importante como la capacidad de trabajo que se ha realizado por parte de todos. Pero yo como Joan González, si necesito esta otra parte para sentirme recompensado en mi labor como entrenador. Soy un romántico del baloncesto, valoro las relaciones personales, y no sirve de nada entrenar y llevar un equipo si cuando miras al frente, ves las espaldas.

Las sombras de este club son alargadas, ni yo ni nadie las va a cambiar por que forman parte del paisaje. Y no tengo la sensación de dar satisfacción a quien no ha respetado mi trabajo, o no me ha querido nunca, ante esta decisión. Al contrario, estoy contento conmigo mismo, porque a pesar de todo, a pesar de dejar un club al que quiero y le deseo lo mejor, una vez mas sigo siendo honesto conmigo y con el baloncesto, tomando la decisión con la cabeza y no con el corazón, aunque eso si, con la tristeza de ver que la pelota naranja, que tanto persigo, tiene poco que ver en eso

Un abrazo al presidente y amigo  Joan Ventura y a su junta, a Romero por sus “pizzas”, a Oscar Jordá, a Marc Batlle, a Patxi, por su lealtad, a todos los jugadores del senior A, que tanto han luchado,  a aquellos  jugadores del B que nos han ayudado, a jugadores del júnior, a la familia Castellvi por su fidelidad, a los niños y niñas de este club por su sonrisa y ánimos constantes, al Sr. Puig por apreciarme tanto y por sus consejos. A los conserjes del Palau Mora, por hacerme la vida fácil en los entrenamientos.

Si claro, me dejo a alguien...Solo faltaría!!!

Hasta siempre familia de la UEM.


2015/04/17

EL ENTRENADOR Y LAS RELACIONES DE VESTUARIO


Generalmente cuando hablamos del trabajo del entrenador, lo hacemos desde un punto de vista mas visible. Es decir, aquel que puede ser evaluado directamente desde su exterior. La puesta en escena de los jugadores de su equipo, como defienden, como atacan, etc. son lo que reflejan su entrenador para lo bueno y para lo malo. Son los directivos, espectadores, incluso “colegas”, los que emiten el juicio en función de lo que ven en un parquet.

Es ahí donde realmente la gente ve el plato cocinado, su presencia, su contenido y textura. No importa que ha pasado en la cocina. Si se ha quemado un plato y hay que repetirlo, si otro ha quedado crudo y hay que ponerlo mas en el fuego, etc...Lo realmente importante es que cuando los jugadores salgan de “su cocina”, den de buen comer a su público.

Realmente...¿No importa la cocina?...¿Qué importancia tiene lo que pasa en un vestuario?

Me gustaría  profundizar en la evaluación interna. La que te haces tu mismo, tus jugadores y tus compañeros de trabajo (staf). Esa evaluación interna empieza por ti mismo y se alarga hasta el santuario de los jugadores, y no lo digo en el sentido físico, (que algunos entrenadores prefieren no pisarlo), sino que en este vestuario se cocina el éxito o el fracaso, de tus ideas como entrenador. Este camino hasta la pista se puede hacer muy largo a la vuelta y enfrentarte con la realidad de lo que sucede.

Es evidente que grandes entrenadores, con grandes argumentos técnicos y tácticos, han fracasado en diferentes equipos. En algunos de ellos el patrón del fracaso se evidencia en su falta de “feeling” con el vestuario. Pero a mi esta palabra siempre me ha generado dudas. ¿Qué quiere decir falta de “feeling”?.(Del verbo “feel”: percepción, emoción, sentimiento). No me digan que “Feeling” significa química, porque esto es otra cosa. Tendemos a simplificar las emociones, y nos quedamos tan anchos cuando nos dicen que un entrenador no tiene feeling con su grupo de jugadores o a la inversa. Esa palabra tan frívola, si se coloca mal, sirve muchas veces para enmascarar muchas situaciones en una, y esa nos parece que resume la problemática de un equipo con su entrenador.

Yo quiero  concretar con:

-         Tu equipo y tu, debéis de dirigiros hacia el mismo objetivo, y ser asumido por todos. Este punto blanco señalado sobre la oscuridad del futuro, ha de ser vuestro guía.
-         Como entrenador has de tener en cuenta, los diferentes intereses, de tus jugadores. Y es nuestra obligación encontrar puntos de unión en estos diferentes intereses. Cada jugador se marca su punto blanco en esta oscuridad del futuro, pero tu has de ser capaz, que el punto mas grande, que se marque coincida con el pactado por todos vosotros.
-         Los que participan menos en este proyecto, los jugadores con menos tiempo de juego, necesitan que este entrenador este a su lado, porque para ellos es duro no poder sentirse partícipes directos, aunque si tienen su participación activa.
-         Tu relación como entrenador con los lideres del equipo. Este trabajo de equilibrio que has de realizar entre ellos y el resto, se me hace imprescindible para el buen funcionamiento del grupo.
-         Tu relación con espacios personales... imprescindibles para conocer realmente que le puede estar pasando a un jugador. El conocimiento del error deportivo del jugador, por una situación personal desfavorable. Etc...
-         Convencer que el “olor del vestuario” y ya entienden que quiero decir sobre esta frase, tenga esa sensación, que cuando entras en la cocina sabes que le queda tiempo de cocción, y tu y sólo tu, eres quien ha de aumentar el fuego o no, en función de esta sensación, (ahora si química!!)  que te despierta este vestuario.


Mi conclusión es que como entrenador,  tienes mas trabajo dentro que fuera. Y además este trabajo es mas difícil, por que hay que dar con la tecla adecuada, y cada año es distinta. Es un trabajo poco reconocido y valorado porque es invisible a los demás.

Nos pensamos que arreglamos las cosas en la pista, con nuestros entrenamientos directos, con nuestros sistemas, nuestra metodología de trabajo, nuestros scouts. Y realmente esta es una parte muy importante del trabajo diario. Pero hay una cosa muy a tener en cuenta. Los jugadores tienen corazón. Y me refiero básicamente a su estado anímico. Una buena predisposición, una buena motivación, hace multiplicar por tres los exponenciales de un jugador. Entonces, porque olvidamos el vestuario? Yo creo que es por miedo. Miedo a enfrentarse a situaciones que nos sabemos controlar y/o nos cuesta manejar. Miedo quizás, a ver tus limitaciones más allá de una pizarra táctica. Preferimos encontrarnos en la pista donde ahí nos sentimos seguros, pero que curiosamente es donde afloran las inseguridades de nuestros jugadores, esos que después les pediremos que rindan un 100%.
Los problemas se reflejan en la pista, sino has sido capaz antes de revisar “el plato que va al comedor”.

Desde mi punto de vista, “ese interior”, es donde empieza el trabajo de un  entrenador. Hay que ser valiente. Afrontar las situaciones y “cocinarlas”. Después ya se pondrán la camiseta del partido y saldrán todos bien uniformados y elegantes, igual que su entrenador con la pizarra, (si queréis), los scouts y dispuestos a comeros el mundo en la pista, con la seguridad que hay transmitir. Pero antes hay que ensuciarse, y quemarse. Sin este paso, todo es estética, y ya sabemos donde lleva esta fase... a continuas operaciones hasta que se desdibuja tu equipo y aparece la expresión del fracaso.