Este sitio, donde a veces lo encuentras
duro y otras blando. Este banco, donde 10 minutos antes de empezar un partido,
intentas acomodarte en él, probando
estos fatídicos minutos, para los entrenadores, antes de empezar. Estos
minutos donde ves a tus jugadoras haciendo el calentamiento y donde alrededor
tuyo sólo ves camisetas, botellas de agua y tu pizarra reposando al lado tuyo.
Este es uno de esos momentos en que te sientes con mas responsabilidad como
entrenador. Todo esta por empezar. Tu decides con quien y como vas a hacerlo, y
estas a la espera de este salto mágico entre dos jugadoras.
Este espacio de tiempo, me viene como
una película de lo que me gustaría que sucediese, donde vienen a mi memoria el
trabajo de la semana, las sensaciones con las jugadoras, y lo que hemos
trabajado...No queda tiempo para más.
Después viene la otra parte. Ese
banquillo, se llena con tus ayudantes, delegada y jugadoras. Estas mas
“acompañado”, pero sabes de tu vulnerabilidad. El banquillo se ordena, todas
buscan ese lugar del que siempre quieren salir para jugar y que al volver
necesitan otra vez ocupar. Es su habito, este que da seguridad.
Te levantas, te sientas, miras a un
lado, a otro. Te fijas en el entrenador contrario, sus indicaciones, sus cambios.
Rectificas, propones, decides...pero son segundos donde la decisión ha de ser
rápida, tu ayudante te aporta ideas, la delegada te informa de datos y te
repites ”Vamos Joan, procesa rápido”...Y lo haces. Todo se ordena de forma
natural, como en cajitas independientes dentro de tu cabeza, y vas abriéndolas
en función de la necesidad.
Te alejas del banquillo, para acercarte
a la arena. Estas de pie, los actores con el balón, y de vez en cuando notas el
pasar de los árbitros, una frase, una protesta, unas miradas de complicidad
y otras de desaprobación...otra cajita
mas.
Y decides acercarte a ese banco otra vez, cruzas la mirada
con siete jugadoras con hambre de salir, y lo notas, vaya si lo notas.
Y llega el momento decisivo del
partido, pocos segundos, marcador ajustado, tiempo muerto...Todos enfrente
tuyo. Notas el olor a sudor del esfuerzo (me encanta ese olor, mezclado con los
ojos abiertos con ganas de ganar), las respiraciones altas. Has de decidir.
Tienes apenas 40 segundos. Sacas de una de tus cajitas una idea para este
último ataque o última defensa. Y vuelves a mirar a los ojos de ellas. Este
momento es el mas importante. Ahí detectas si esta idea de tu cajita va a
funcionar o no. Lo percibes, lo sientes y cruzas la mirada con tu base y ahí
notas que ganas...te esta comunicando “todo irá bien coach”.
Te vuelves al banquillo, ahora ya mojado,
desordenado...todo esta apunto de acabar. Tan “solo” queda la última acción, esa en la que los demás te juzgaran en función del resultado.
Es de noche y en casa te notas cansado,
vacío, exhausto. El partido te viene a la memoria casi como otra película.
Y en ella ves que te has equivocado, has abierto una cajita
antes de tiempo, has consumido a otra, te has equivocado en una rotación,
quizás ahí reaccionaste tarde. Te falto un “Time out” en aquel momento. Aunque
horas después del partido lo ves claro, una voz dentro de ti durante el partido, ya te
había avisado.
El banquillo se ha quedado solo. Esta
en el pabellón esperando a otro partido.
Has dejado toda tu energía allí. Has
dado todo de ti en estos barrotes de madera., pero ahora te toca otra silla. La
de tu despacho. Ahí empieza el otro partido. La gestión del equipo en el
post partido. Jugadora con poca rotación. Jugadora que no ha jugado. Jugadora
en bajo estado de forma...
Ese es nuestro hábitat junto con el
parquet...No hay descanso, y que dure!!!
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