"Si dejas de aprender, dejas de enseñar" (Joan González)

2011/08/31

BUSCANDO LA FELICIDAD EN EL BALONCESTO

Mientras entrenas, buceas por la pista buscando síntomas de felicidad como el que lo hace cuando busca coral.

Cada vez es mas difícil encontrar coral y no solo por que este prohibido, por que casi no existe. Las aguas son cada vez mas sucias, y es complicado tener momentos de euforia cuando navegando por las profundidades divisas, eso tan preciado que llevas tiempo buscando.
A los entrenadores, o a mi, no quiero generalizar, cada vez hacemos mas búsqueda de la felicidad con mínimos resultados. Tan solo la pasión por nuestro deporte, hace que veamos coral donde a lo mejor hay una hierba que se le parece.

Hemos de sumergirnos, muchas veces a pulmón, para aguatar la presión de los directivos, o su mala gestión, no intencionada por supuesto. Si te ahogas en esta inmersión será un problema tuyo, por que nadie, absolutamente nadie, te va a llevar una bombona de oxigeno para que puedas respirar. Al principio todo es “muy guay”, pero el día a día se hace duro y acabas por abandonar, buscando en un rincón, donde te puedes hacer daño, y tampoco estas seguro que de allí saldrá un premio importante.

Así pues diriges todos tus esfuerzos a la pista de 29m x 15m. Allí tampoco encuentras con algo que soñabas. Con la disciplina, con la pasión, con la implicación, con la responsabilidad y con los valores que ti te han enseñado.
Así que sales del agua por que el tiempo ha terminado, coges el coche y vas pensando que haces en este mundo del deporte, donde todas tus referencias parecen haberse modificado. Antes buceaba y no solo encontraba coral, el agua era fresca, el color del mar un azul intenso, y la brisa cuando asomabas la cabeza, limpiaba todo tu espíritu. Ahora no. La pregunta es si hemos de cambiar nosotros, si hemos de ser capaces de asimilar que esto ya no es como hace unos años y que ahora toca recoger las latas de cerveza que la gente deja cuando sale a navegar.

Los entrenadores no deberíamos ser los basureros de la falta de todos estos valores, o si, pero que nos lo digan antes.

Yo no quiero que los entrenadores tengan dificultades para montar una cena con su grupo y hablar de sus inquietudes, más alla de un balón.

Yo no quiero que los entrenadores no sean escuchados cuando comparten su saber y alguien les dice que no hay nada que aprender.

Yo no quiero que los entrenadores lleven el equipo en su cabeza a todas horas y que su grupo solo tenga en su cabeza el entrenamiento de dos horas.

Yo no quiero que los entrenadores se emocionen cuando ven a su equipo defender, implicarse y crecer, y los jugadores solo crezcan cuando hagan acciones de encestar.

Yo no quiero que el entrenador sea el motor de un tren, donde los jugadores no son capaces de apretar la manilla de emergencia y prefieren estrellarse por que el entrenador va el primero.

Quiero seguir emocionándome y encontrando la felicidad oliendo las canchas de baloncesto, respirando el poder de un vestuario cambiándose para competir, mirando a los ojos de mis jugadores y ver en ellos la pasión que transmite este magnífico deporte, y saludando a mi colega, con la sinceridad mas absoluta, antes de un partido que ya no se volverá a repetir pero que quedara grabado en nuestra memoria.

Se que llego a mi fin, y no por falta sentimientos, sino por no saber transmitir toda esta felicidad que durante años he cosechado de grandes grupos de jugadores y de personas.

Ahí queda mi reflexión mas sincera.