"Si dejas de aprender, dejas de enseñar" (Joan González)

2012/11/27

EQUIPO Y CAPITANES



Los capitanes y el carácter de un equipo tienen mucho en común.

Los entrenadores muchas veces hablamos de la importancia que tienen algunos jugadores en la construcción de la fortaleza mental de un equipo.
Los grandes equipos siempre han tenido grandes capitanes. Esos jugadores capaces de “cuadrar” con una mirada al resto de jugadores. Esos capaces de saber cual es el verdadero problema de un vestuario y resolverlo, casi sin que su entrenador participe de ello. Esos que tienen la virtud de ayudar al compañero, pero de exigirle cuando la situación así lo requiere. Pero también esos que son capaces de hablar con el entrenador, de saber expresar sus opiniones para que el entrenador, si hace, cambie sobre algunos aspectos y facilite la dinámica de ese grupo, que durante toda una temporada va a tener que llevar hasta el final de sus objetivos.

Pero no todos valen. Para ser un buen capitán tienes que ganarte al grupo. Tienes que dejar de ser egoísta y poner todo lo de tu parte en mandar en ese vestuario. Tienes que ser capaz y tener la sensibilidad suficiente, para detectar situaciones que solo los que han vivido un vestuario pueden intuir, pueden incidir y pueden ayudar a resolverlo.

En mis 27 años de entrenador he tenido la suerte de convivir deportivamente con grandes jugadores y también con grandes capitanes... No quiero olvidarme a nadie, pero me permitirán que nombre a dos capitanes que en una época de mi vida profesional fueron decisivos para conseguir los objetivos que nos propuso la directiva y aceptamos y interiorizamos como nuestros. En el año 2005, Raúl Mogues y David Lloreda supieron llevar el barco de un grupo de jugadores que acabarían siendo campeones de Copa Catalunya y conseguir un brillante ascenso a EBA, en un fin de semana mágico donde además coincidía con el 75 aniversario de la fundación del CB Ripollet.

Hablar de estas dos personas es hablar de otro mundo. Tan diferentes entre ellos y tan unidos para ese objetivo. Raul tenia un temple exquisito y sabia llevar la tranquilidad hasta a mi (que ya es difícil), y David Lloreda tenia una capacidad innata para que cuando tu entraras en el vestuario todos los egos quedasen aparcados.

Antes de una “bronca” mia siempre se anticipaba él. Cuando quería hablar con un jugador él ya había llevado la iniciativa anteriormente. Era como si alguien te apartase las piedras de un camino y tu solo tenias que alisar un poco los baches. Raúl...era la voz de mi conciencia...Me decía una frase muy divertida y que yo siempre advertía que quería conseguir alguna cosa determinada. “Joan, que et sembla si... « (Joan, que te parece si…) esta era su manera de empezar si pretendía cambiar o pedir alguna cosa.

Pero eso no tendría sentido, si además no tuvieran algo más. Tenían amor al baloncesto. Tenían un gran compromiso no escrito con el colectivo. Tenían ante todo un respeto muy grande por su entrenador, una confianza ciega con sus compañeros y algo que es muy difícil de encontrar...Supieron hacer que los jugadores tuvieran entre ellos una relación más allá de la de sentarse juntos en un vestuario.

Aquel año tuvimos que superar con un mes de diferencia, la muerte repentina de los padres de Raúl Castillo y de Sergi “Placa”. Fue un golpe duro para los dos jugadores y para el grupo. Nunca he entendido de donde sacaron todos, la fuerza mental para superar una grave situación así y seguir afrontando los partidos, hasta llegar a la final a cuatro. Solo es explicable por su calidad humana y por el compromiso que entre todos ellos tenían.

Cuando ganamos el campeonato sus caras reflejaban la alegría que reflejan todos los equipos cuando ganan los campeonatos. Pero sus ojos reflejaban algo mas que un éxito deportivo. Era la victoria de un vestuario, de doce jugadores hechos entre ellos.

Es verdad que los capitanes tuvieron la suerte de encontrarse jugadores con predisposición pero no es suerte que hay que valer para saber hacer este trabajo. En el caso de David con una media de 4 minutos jugados por partido y sin ningún tipo de rechazo por esta situación personal.

Los entrenadores han tener buenos capitanes, capaces de saber cuando hay que apretar las clavijas y cuando hay que aflojarlas.
Si... me apuntan ahora, que los jugadores no son los mismos que antes (estamos hablando de hace 7 años!!!, aquí al lado casi).

Yo, en cambio, estoy convencido que en muchos equipos hay grandes capitanes, grandes forjadores de vestuarios, que harán que muchos jóvenes que suban sepan que eso de un vestuario, sepan que es oler un vestuario, que sepan que en un vestuario se ríe, se llora, se esta triste, se esta contento, se insulta, se chilla, se hacen amistades. Que cuatro paredes dicen mas de un equipo que sus triples o los mates. Estamos hablando de las entrañas de un grupo deportivo, de los mas intimo y no por que vayan desnudos para ducharse, sino que se desnudan internamente para ponerse una camiseta y un pantalón que les hará diferentes a los demás. Esto es lo que tienen en realidad en común, solo por eso son capaces de sacar hasta el último suspiro.



Hay una prueba mejor de lealtad y compromiso???