"Si dejas de aprender, dejas de enseñar" (Joan González)

2015/04/17

EL ENTRENADOR Y LAS RELACIONES DE VESTUARIO


Generalmente cuando hablamos del trabajo del entrenador, lo hacemos desde un punto de vista mas visible. Es decir, aquel que puede ser evaluado directamente desde su exterior. La puesta en escena de los jugadores de su equipo, como defienden, como atacan, etc. son lo que reflejan su entrenador para lo bueno y para lo malo. Son los directivos, espectadores, incluso “colegas”, los que emiten el juicio en función de lo que ven en un parquet.

Es ahí donde realmente la gente ve el plato cocinado, su presencia, su contenido y textura. No importa que ha pasado en la cocina. Si se ha quemado un plato y hay que repetirlo, si otro ha quedado crudo y hay que ponerlo mas en el fuego, etc...Lo realmente importante es que cuando los jugadores salgan de “su cocina”, den de buen comer a su público.

Realmente...¿No importa la cocina?...¿Qué importancia tiene lo que pasa en un vestuario?

Me gustaría  profundizar en la evaluación interna. La que te haces tu mismo, tus jugadores y tus compañeros de trabajo (staf). Esa evaluación interna empieza por ti mismo y se alarga hasta el santuario de los jugadores, y no lo digo en el sentido físico, (que algunos entrenadores prefieren no pisarlo), sino que en este vestuario se cocina el éxito o el fracaso, de tus ideas como entrenador. Este camino hasta la pista se puede hacer muy largo a la vuelta y enfrentarte con la realidad de lo que sucede.

Es evidente que grandes entrenadores, con grandes argumentos técnicos y tácticos, han fracasado en diferentes equipos. En algunos de ellos el patrón del fracaso se evidencia en su falta de “feeling” con el vestuario. Pero a mi esta palabra siempre me ha generado dudas. ¿Qué quiere decir falta de “feeling”?.(Del verbo “feel”: percepción, emoción, sentimiento). No me digan que “Feeling” significa química, porque esto es otra cosa. Tendemos a simplificar las emociones, y nos quedamos tan anchos cuando nos dicen que un entrenador no tiene feeling con su grupo de jugadores o a la inversa. Esa palabra tan frívola, si se coloca mal, sirve muchas veces para enmascarar muchas situaciones en una, y esa nos parece que resume la problemática de un equipo con su entrenador.

Yo quiero  concretar con:

-         Tu equipo y tu, debéis de dirigiros hacia el mismo objetivo, y ser asumido por todos. Este punto blanco señalado sobre la oscuridad del futuro, ha de ser vuestro guía.
-         Como entrenador has de tener en cuenta, los diferentes intereses, de tus jugadores. Y es nuestra obligación encontrar puntos de unión en estos diferentes intereses. Cada jugador se marca su punto blanco en esta oscuridad del futuro, pero tu has de ser capaz, que el punto mas grande, que se marque coincida con el pactado por todos vosotros.
-         Los que participan menos en este proyecto, los jugadores con menos tiempo de juego, necesitan que este entrenador este a su lado, porque para ellos es duro no poder sentirse partícipes directos, aunque si tienen su participación activa.
-         Tu relación como entrenador con los lideres del equipo. Este trabajo de equilibrio que has de realizar entre ellos y el resto, se me hace imprescindible para el buen funcionamiento del grupo.
-         Tu relación con espacios personales... imprescindibles para conocer realmente que le puede estar pasando a un jugador. El conocimiento del error deportivo del jugador, por una situación personal desfavorable. Etc...
-         Convencer que el “olor del vestuario” y ya entienden que quiero decir sobre esta frase, tenga esa sensación, que cuando entras en la cocina sabes que le queda tiempo de cocción, y tu y sólo tu, eres quien ha de aumentar el fuego o no, en función de esta sensación, (ahora si química!!)  que te despierta este vestuario.


Mi conclusión es que como entrenador,  tienes mas trabajo dentro que fuera. Y además este trabajo es mas difícil, por que hay que dar con la tecla adecuada, y cada año es distinta. Es un trabajo poco reconocido y valorado porque es invisible a los demás.

Nos pensamos que arreglamos las cosas en la pista, con nuestros entrenamientos directos, con nuestros sistemas, nuestra metodología de trabajo, nuestros scouts. Y realmente esta es una parte muy importante del trabajo diario. Pero hay una cosa muy a tener en cuenta. Los jugadores tienen corazón. Y me refiero básicamente a su estado anímico. Una buena predisposición, una buena motivación, hace multiplicar por tres los exponenciales de un jugador. Entonces, porque olvidamos el vestuario? Yo creo que es por miedo. Miedo a enfrentarse a situaciones que nos sabemos controlar y/o nos cuesta manejar. Miedo quizás, a ver tus limitaciones más allá de una pizarra táctica. Preferimos encontrarnos en la pista donde ahí nos sentimos seguros, pero que curiosamente es donde afloran las inseguridades de nuestros jugadores, esos que después les pediremos que rindan un 100%.
Los problemas se reflejan en la pista, sino has sido capaz antes de revisar “el plato que va al comedor”.

Desde mi punto de vista, “ese interior”, es donde empieza el trabajo de un  entrenador. Hay que ser valiente. Afrontar las situaciones y “cocinarlas”. Después ya se pondrán la camiseta del partido y saldrán todos bien uniformados y elegantes, igual que su entrenador con la pizarra, (si queréis), los scouts y dispuestos a comeros el mundo en la pista, con la seguridad que hay transmitir. Pero antes hay que ensuciarse, y quemarse. Sin este paso, todo es estética, y ya sabemos donde lleva esta fase... a continuas operaciones hasta que se desdibuja tu equipo y aparece la expresión del fracaso.