Generalmente cuando hablamos del
trabajo del entrenador, lo hacemos desde un punto de vista mas visible. Es
decir, aquel que puede ser evaluado directamente desde su exterior. La puesta
en escena de los jugadores de su equipo, como defienden, como atacan, etc. son
lo que reflejan su entrenador para lo bueno y para lo malo. Son los directivos,
espectadores, incluso “colegas”, los que emiten el juicio en función de lo que
ven en un parquet.
Es ahí donde realmente la
gente ve el plato cocinado, su presencia, su contenido y textura. No importa
que ha pasado en la cocina. Si se ha quemado un plato y hay que repetirlo, si
otro ha quedado crudo y hay que ponerlo mas en el fuego, etc...Lo realmente
importante es que cuando los jugadores salgan de “su cocina”, den de buen comer
a su público.
Realmente...¿No importa la
cocina?...¿Qué importancia tiene lo que pasa en un vestuario?
Me gustaría profundizar en la evaluación interna. La que
te haces tu mismo, tus jugadores y tus compañeros de trabajo (staf). Esa
evaluación interna empieza por ti mismo y se alarga hasta el santuario de los
jugadores, y no lo digo en el sentido físico, (que algunos entrenadores
prefieren no pisarlo), sino que en este vestuario se cocina el éxito o el
fracaso, de tus ideas como entrenador. Este camino hasta la pista se puede
hacer muy largo a la vuelta y enfrentarte con la realidad de lo que sucede.
Es evidente que grandes
entrenadores, con grandes argumentos técnicos y tácticos, han fracasado en
diferentes equipos. En algunos de ellos el patrón del fracaso se evidencia en
su falta de “feeling” con el vestuario. Pero a mi esta palabra siempre me ha
generado dudas. ¿Qué quiere decir falta de “feeling”?.(Del verbo “feel”:
percepción, emoción, sentimiento). No me digan que “Feeling” significa química,
porque esto es otra cosa. Tendemos a simplificar las emociones, y nos quedamos
tan anchos cuando nos dicen que un entrenador no tiene feeling con su grupo de
jugadores o a la inversa. Esa palabra tan frívola, si se coloca mal, sirve
muchas veces para enmascarar muchas situaciones en una, y esa nos parece que
resume la problemática de un equipo con su entrenador.
Yo quiero concretar con:
-
Tu equipo y tu, debéis de dirigiros hacia el mismo objetivo, y ser
asumido por todos. Este punto blanco señalado sobre la oscuridad del futuro, ha
de ser vuestro guía.
-
Como entrenador has de tener en cuenta, los diferentes intereses, de
tus jugadores. Y es nuestra obligación encontrar puntos de unión en estos
diferentes intereses. Cada jugador se marca su punto blanco en esta oscuridad
del futuro, pero tu has de ser capaz, que el punto mas grande, que se marque
coincida con el pactado por todos vosotros.
-
Los que participan menos en este proyecto, los jugadores con menos
tiempo de juego, necesitan que este entrenador este a su lado, porque para
ellos es duro no poder sentirse partícipes directos, aunque si tienen su
participación activa.
-
Tu relación como entrenador con los lideres del equipo. Este trabajo
de equilibrio que has de realizar entre ellos y el resto, se me hace
imprescindible para el buen funcionamiento del grupo.
-
Tu relación con espacios personales... imprescindibles para conocer
realmente que le puede estar pasando a un jugador. El conocimiento del error
deportivo del jugador, por una situación personal desfavorable. Etc...
-
Convencer que el “olor del vestuario” y ya entienden que quiero decir
sobre esta frase, tenga esa sensación, que cuando entras en la cocina sabes que
le queda tiempo de cocción, y tu y sólo tu, eres quien ha de aumentar el fuego
o no, en función de esta sensación, (ahora si química!!) que te despierta este vestuario.
Mi conclusión es que como
entrenador, tienes mas trabajo dentro
que fuera. Y además este trabajo es mas difícil, por que hay que dar con la
tecla adecuada, y cada año es distinta. Es un trabajo poco reconocido y
valorado porque es invisible a los demás.
Nos pensamos que arreglamos
las cosas en la pista, con nuestros entrenamientos directos, con nuestros
sistemas, nuestra metodología de trabajo, nuestros scouts. Y realmente esta es
una parte muy importante del trabajo diario. Pero hay una cosa muy a tener en
cuenta. Los jugadores tienen corazón. Y me refiero básicamente a su estado
anímico. Una buena predisposición, una buena motivación, hace multiplicar por
tres los exponenciales de un jugador. Entonces, porque olvidamos el vestuario?
Yo creo que es por miedo. Miedo a enfrentarse a situaciones que nos sabemos
controlar y/o nos cuesta manejar. Miedo quizás, a ver tus limitaciones más allá
de una pizarra táctica. Preferimos encontrarnos en la pista donde ahí nos
sentimos seguros, pero que curiosamente es donde afloran las inseguridades de
nuestros jugadores, esos que después les pediremos que rindan un 100%.
Los problemas se reflejan
en la pista, sino has sido capaz antes de revisar “el plato que va al comedor”.
Desde mi punto de vista,
“ese interior”, es donde empieza el trabajo de un entrenador. Hay que ser valiente. Afrontar las situaciones y
“cocinarlas”. Después ya se pondrán la camiseta del partido y saldrán todos
bien uniformados y elegantes, igual que su entrenador con la pizarra, (si
queréis), los scouts y dispuestos a comeros el mundo en la pista, con la
seguridad que hay transmitir. Pero antes hay que ensuciarse, y quemarse. Sin
este paso, todo es estética, y ya sabemos donde lleva esta fase... a continuas
operaciones hasta que se desdibuja tu equipo y aparece la expresión del fracaso.
Molt gran mestre!! Com sempre.
ResponEliminaGràcies Toni
ResponEliminacom sempre un plaer llegir-te... gràcies Joan !!!
ResponEliminaGracies a tu per llegirho
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