Hablar de júniors, es
hablar de adolescentes.
Entrenar a júniors es
trabajar con adolescentes.
Llevar un equipo Júnior,
requiere madurez.
La imagen que muchos tienen
de esa categoría, son los júniors escogidos, los preferentes, los que van a
campeonatos autonómicos, lo que van a campeonatos de España, aquella
testosterona que se da más en estos años, al servicio de la agresividad
defensiva, los mates, los saltos al rebote...la proyección del futuro en
definitiva. Ese paso que estos jugadores han estado esperando y trabajando
durante años, driblando situaciones comprometidas, buscando equipos que les
aupasen hacia este objetivo, para llegar bien bien no se sabe donde, pero que
en definitiva ha sido su sueño, o el de sus padres en muchos de los casos.
Ahora aparquemos esa
imagen: Ese equipo junior, de un
pueblo, ciudad, de nuestro territorio,
en una categoría “baja”, con suerte con un entrenador entregado, o sin ello,
con un entrenador preparado o no...Este equipo, donde el nivel deportivo no es
el objetivo prioritario, donde priman quizás otras circunstancias para estar en
este junior. Donde los padres quieren que en esta época de crecimiento, su
hijo/a haga deporte y “no se pierda en las plazas”, o por qué no, que tengan
esa cultura deportiva tan necesaria en etapas maduras.
Y el entrenador llega a su
primer entreno y ve a 10 jugadores (algunas veces no llegan a ese número), con
diferentes objetivos y/o expectativas: Ese jugador que aún tiene alguna ilusión
por llegar a un equipo mas importante, por mejorar, incluso soñar. Este jugador
que lleva desde los 5 años en el club y ha subido de forma natural, y quizás su
única ilusión es la de compartir un rato con sus amigos de siempre. El jugador
que viene rebotado de un equipo de mejor calidad y que la trayectoria lo ha
puesto ahí, y sigue pensando que es mejor que el resto que le acompaña. El otro
jugador que sabe que no tiene calidad pero que aquí ha encontrado su rol, sus
amigos y no se siente desplazado. El otro que “le obligan” a hacer alguna
actividad deportiva. Y así podríamos buscar muchos ejemplos.
¿Dónde? ¿Cómo podemos
buscar esa motivación necesaria para entrenar a este equipo, para que sus
jugadores se sientan a traídos por el trabajo semanal durante 9 meses?
A los entrenadores que
tengan equipos de estas características, habría que darles un premio. Me rio yo
cuando entrenadores de preferente júnior sienten presión, o se enfadan por
cosas de sus equipos, o no les salen los sistemas defensivos u ofensivos, o
tienen que lidiar con los egos…Que si, que es complicado. Pero que me dicen de
este entrenador que va a entrenar y no sabe cuántos jugadores habrá aquel día,
que me dicen de este entrenador que tendrá que buscar estrategias para
conseguir que empiecen diez y acaben diez durante la temporada!!!
Desde mi punto de vista ese
tipo de entrenador ha de buscar dos objetivos:
1.
La mejora individual para aquel jugador que tenga un interés.
2.
Encontrar, saber encontrar, un objetivo común que sea capaz de unir al
grupo. Y este objetivo no es ningún campeonato autonómico, ni estatal!!. Este
objetivo debe ir más allá de la propuesta de clasificación. Ha de ser algo
vinculante donde el grupo se sienta identificado. Teniendo en cuenta que en
esta edad se dan situaciones de estudio importantes, decisiones que pueden
decidir un futuro profesional, y encima con los vaivenes que conlleva la
adolescencia, por no hablar de algunas situaciones familiares, que conllevan un
considerable desgaste psicológico y/o emocional.
Esto deberá hacer este
entrenador. Sin este objetivo común que comprometa a todos sus miembros, va a
ser difícil que la temporada sea estable, dentro de lo que significa esta
palabra en un barco con aguas diversas.
Antes de que busques ese
objetivo:
1.
Que en esta edad importa más la relación entre iguales que entre los
adultos, por lo tanto busca algo donde ellos se sientan identificados, y tú
sólo dedícate a corregir el rumbo, cuando veas que el viento es demasiado
fuerte.
2.
Los chicos y chicas en edad júnior tienen algo sensacional. La
emoción les invade. Has de conseguir algo desde el corazón, y ahí el
entrenador si tiene un papel importante. Compromételos emocionalmente y tienes
la mitad del trabajo hecho.
3. Se exigente, duro con ellos, ellos necesitan límites y demuéstrales que la profesionalidad, , el valor del esfuerzo no entiende de categorías. Se puede
estar en una categoría “baja” y tener un alto rendimiento.
4.
Apórtales estabilidad dentro y fuera de la cancha. Con esta edad son
indisciplinados, contestan con tono agresivo ante los imperativos, y sobre todo
ante las contrariedades. Han de ver autoridad y no autoritarismo. Por eso decía
antes, lo fundamental que es nuestra madurez como profesionales y también como
personas.
5.
Dale valor al grupo. Son ellos los que tienen
que decidir cosas importantes. Cuando les cueste entrenar, porque hay futbol en
la TV, o cualquier otra circunstancia que no ayude a realizar la sesión de
entrenamiento, pregúntales…”¿Es mejor la
acción individual de abandonar, o es mejor nuestro compromiso pactado a
principio de temporada?. Ahora tenéis la oportunidad de demostraros hasta que
punto sois un grupo unido.” Ante eso ellos responderán lo segundo, porque
el valor que tienen como grupo siempre es más fuerte.
6.
El refuerzo positivo es tan importante, como el de no
abusar de este. Ellos necesitan límites
y constantemente te los están pidiendo, exigiendo. Equilibra este límite. Si es en defecto no conseguirás que te
sigan, si es en exceso, se revelaran.
7.
El sentimiento de pertenencia es algo que admiran. Pertenecer a
un grupo donde no haya aspiraciones deportivas
de difusión, pero que si puede haber repercusiones hacia si mismos,
produce autoestima, por que sienten que es algo que ellos han escogido.
8. Que vean a un entrenador solo como tal, no es una buena señal, en
estas edades. Has de estar dispuesto a hacer algo más fuera del ámbito
deportivo. Estando cerca de ellos y que ellos noten que tu interés por ellos
grupalmente e individualmente, va más allá de un balón de baloncesto.
Todos o casi todos, pueden
entrenar con pistas excelentes, jugadores virtuosos, y una propuesta
competitiva atrayente. La pregunta es, si podemos hacer lo contrario.
Ser entrenador de un equipo
sin una proyección deportiva exquisita, es un buen argumento para saber hasta
que punto puedes sentirte entrenador .
Si somos capaces de
entrenar, en canchas divididas, con jugadores limitados técnica y tácticamente,
en una competición “baja”, y saber motivar a estos 10 espartanos adolescentes,
entonces quizás, sabremos el verdadero valor que tenemos como entrenadores,
educadores y personas.
Vamos al lio!!!
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