No
es fácil valorar una etapa globalmente con dos equipos tan distintos, de un mismo
club como son el pre-infantil i el cadete femeninos.
Si
algo me caracteriza en mi vida profesionalmente como entrenador de
baloncesto (y no digo que esto sea
bueno), es que al final siempre se me quedan los buenos recuerdos, las imágenes
positivas, de esfuerzo colectivo, de unidad de grupo, aunque los resultados
hayan sido más que buenos como ha sido el caso de esta temporada.
Cuando
llegué vine cargado de ilusiones, a
pesar del esfuerzo en todos los sentidos que suponían los trayectos de 206kms
cada vez que venia a entrenar. En total 89 entrenamientos, 18000kms…y unas 210
horas de entrenamiento y otras tantas de partidos. Sólo he faltado a un
entrenamiento, la salud me ha acompañado.
Me
encontré con un director Técnico Jordi Acero, que ha sido capaz de acompañarme
ente proceso durante todo el año, apoyándome, cambiando partidos en las
coincidencias y hacerme la vida más fácil. Siempre es importante encontrarte
personas así a tu lado. Me encontré con jugadoras con distintos niveles,
distintas motivaciones e intereses, pero que poco a poco fuimos creando dos
grupo de trabajo distintos, pero adaptados
cada tipo de juego y competición. Han sido capaces de adaptarse y salvo
raras excepciones, la estabilidad de compromiso en los entrenamientos ha sido
muy alta y hemos podido realizar entrenos de calidad.
Pero
mi ilusión como entrenador no es lo que he contado. Mi gratificación es ver el
aprendizaje de las jugadoras individualmente y como grupo. Verlas “crecer”
también en lo personal i compartir sus días de alegrías que han sido la mayoría
y algunos días malos. Ver como ríen, lloran, juegan, se relacionan, se
divierten, se enfadan y compiten, y encima este año con muchas victorias que ha
reforzado al grupo. Eso es lo realmente importante para mi…haber vivido esos momentos que
siempre quedaran entre nosotros.
“Lo
demás” ahora…no me interesa, y los entrenadores sabemos que quiere decir esa
palabra, y lo que implica a todos los niveles. Y no es negativo, simplemente es
así. Con el tiempo se aprende a convivir con ello, aunque algunas cosas me
sorprendan a pesar de llevar 30 años entrenando.
Ahora
que me quedan dos semanas, quiero despedirme agradeciendo al Vedruna Palamós su confianza en mi, y en
especial a Jordi Acero y Carmina Ontiveros, las dos almas de este proyecto. Encontraré a faltar muchas rutinas,
como la de pasar por el mar cinco
minutos antes de entrenar, mis cenas en el bar Mònica con Jordi i Enriqueta, a
Martí i Iolanda, que el baloncesto nos
ha unido como amigos, mis paseos con mi mujer por “mi” pueblo Palamós, y de
verdad, muy sinceramente a aquellos padres que han confiado en mi, a los que
han respetado mi trabajo, mas allá de lo personal.
Un
abrazo Palamós
Impressionant lo que has fet aquest any. L'esforç que has dedicat a viure el bàsquet al teu "poble" segur que t'ha recompensat tots els trajectes i les hores dedicades a aquestes noies,
ResponEliminaI segur que t'ho han agraït moltissim.
Felicitats per començar i sobretot acabar i acabar bé una temporada d'aquestes caracteristiques.
Doncs si. Aquest esforç s ha vist recompensat per la millora de les noies i sobretot com han agrait la dedicacio. Gracies pel comentari
ResponElimina