Los
entrenadores tenemos muchos defectos, tantos… que ya sabemos que cuando
entramos en un club nos falta un día menos para salir. Esa posición de
interino no nos debe hacer trabajar
diferente y cuando entras en un equipo, en una estructura de club, aunque estés
en formación, ya sabes que la mayoría del entorno te valorará por los resultados. Es así, y no
pasa nada, no hemos de intentar cambiarlo porque eso no va a ser posible. En el
momento que hagas tu trabajo aunque te entregues al máximo, aunque dediques
horas de donde no tienes, eso no valdrá nada si detrás no hay ese resultado que
coloque a tu equipo en una posición mejor de los que todos esperaban.
Es
lógico pues, que cuando veas que entrenadores jóvenes actúen de una determinada
forma, en busca de la “medalla” que les ponga en el mapa de los “buenos”
entrenadores, no le des mucha importancia. Eso sólo lo cura el tiempo, cuando
te das cuenta que lo más importante es como tú te sientes con tus jugadores más
allá de los resultados, como han sido capaces de interiorizar unos conceptos,
una relación de grupo, de equipo y ver ese baloncesto que está detrás del
escaparate y que los entrenadores sabemos que es más importante que el hecho
puntual de una, dos o las victorias que sean.
No
busquemos en la inmediatez de la relación, la alabanza del jugador, ni siquiera
el reconocimiento de los que le rodean, ni de tus propios colegas. Cada uno
tiene intereses diferentes que no casan normalmente con la visión, ni la
exigencia tuya como entrenador. Tan sólo puedes aspirar como entrenador que un
día aplicando conceptos, dediquen unos segundos a pensar y recuerden que
aprendieron algo de lo que ahora aplican en el juego.
Yo
que trabajo actualmente con temas de vivienda social, entro en la reflexión y
me doy cuenta de que los entrenadores vivimos en un falso techo deportivo. Ese
que te da cobijo en los entrenamientos, en los partidos, que tienes un
vestuario para explicar tus ideas, y un día te dicen que ya no puedes entrar
ahí. Estamos acostumbrados a las mudanzas rápidas. Y más aún, dejas atrás toda
una relación personal con las jugador@s. Así es que en breve tiempo esa rutina
mágica de entrar en el vestuario, salir a la cancha, pasa a estar en otro
contexto y con otro material humano, si se me permite la expresión.
Creerte
como entrenador que vas a estar en este techo siempre, aunque a ti te enamore
la casa, es un error. Tienes un contrato de inquilino sin ningún derecho, ni
aviso antes de 15 días. ¿Por qué pues, nos empeñamos en implicarnos hasta el
fondo, en proyectos que no sabemos si podremos acabar nosotros? Los
entrenadores sabemos la respuesta y los clubs también. Somos profesionales con
pasión.
Bestial
ResponEliminaMuchas gracias por tu aportación
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