Los que llevamos años
entrenando, identificamos a aquellos entornos que al principio todo y
pareciendo agradables, se vuelven agrios con el devenir de algunas situaciones.
En una asignatura que doy a
los Entrenadores, siempre les comento que cuando entras en un club hay dos
cosas que has de tener en cuenta:
- “Que te queda un día menos para salir”, y es obvio. Pero esta frase intenta reflejar la importancia de saber que somos itinerantes.
- El directivo que te abraza el primero y te dice que bien que hayas venido, por que lo que estaba ocurriendo era impresentable, etc, Será el primero que dirá lo mismo de ti cuando a él no le convengas por muchos motivos, algunos de ellos, creedme, inexplicables y fuera del ámbito de la razón, si esto no se explica desde el egocentrismo.
Evidentemente, estos dos
puntos hay que situarlos en un contexto y no han de ser precisamente ciertos en
todos los casos, pero va bien para ser precavido y tener en cuenta que lo que
parece magnífico hoy, mañana puede no serlo. Y os lo dice un entrenador
enamoradizo con los entornos de los clubes
Hay entornos visibles (como
los padres y madres de los jugadores, los mismos jugadores...) y ante estos,
cada uno que escoja el camino que mejor crea oportuno. En formación hay
entrenadores que no tienen ninguna relación con los padres y otros que se van a
cenar después de los partidos, Yo tengo mi opinión al respecto, pero es difícil
aconsejar en esto, y forma parte también del recorrido vital que tiene que
hacer un entrenador.
Pero hay entornos
“invisibles”, y esos no quiere decir que no los veas. Están ahí, llevan años
labrando su cosecha y no van a permitir
que tu escojas las uvas, las exprimas y el vino que saques no sea el que ellos se
habían propuesto. No van a permitir que
tu digas que no vas a regar el cepo a diario sino a intermitencias. Ellos
siempre lo habían hecho así, y habían hecho vino. ¿Porqué vamos a cambiarlo
ahora?.
El entorno invisible, es el
mas desagradable, porque saben los entresijos de un club, saben sus grietas, y
lo mas importante, tienen alguna parcela de poder, y tu no tienes ese
conocimiento amplio del club, y cuesta distinguir quien esta a tu lado y quien
no.
Por lo tanto ante esta
situación, hay que conservar la calma. Hacer la triple T (que decía el Sr.
Golobart en La Vanguardia). Trabajar, trabajar, trabajar. Después ser empatico,
relacionar-se lo justo, y abstenerse de valorar situaciones ajenas a tu equipo,
y si son del tuyo... hacerlo con una persona de confianza.
Algunos les parecerá
exagerada esta propuesta. Pero entrenadores, nosotros debemos entrenar, y
controlar lo que podemos y debemos controlar. Lo demás si intentas dominar esta
situación, entras en estados de obsesión, que conducen a la paranoia, donde
piensas que hay una persecución hacia ti. Y claro esto al final afecta a tu triple
T.
Un entrenador, tanto da de formación o
no, tiene que estar seguro del trabajo que está haciendo. Tienes que marcarte
una línea y no alejarte demasiado de ella, no tienes que ser ni muy rígido ni
dar excesivas vueltas. Has de saber cual es tu objetivo. Imputs exteriores los
habrá siempre. Pero lo que distingue a un entrenador con criterio de otro que
no lo tenga, es aquel que estando abierto a aprender, tiene claro que
metodología aplicará, con los recursos disponibles y sobre todo con objetivos
realizables.
Si haciendo eso te echan, bienvenido
sea el despido. Lo realmente negativo para tu salud mental, como entrenador, es
que te despidan, siendo conciente que no has sabido seguir esta línea que te
habías trazado, y que nunca debiste abandonar, muy al contrario, ese entorno visible e invisible, hicieron
que tu regaras los cepos y ellos recogieran su cosecha de vino.
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