La gran complejidad de las situaciones nos obligan a
simplificar mentalmente agrupando y etiquetando la información para poder
manejarlas con mas facilidad. El problema surge cuando hacemos un paso mas y
etiquetamos a las personas.
En baloncesto como en otros ámbitos de la vida,
etiquetar se produce diariamente. Solemos etiquetar en función de algún defecto
del jugador o del entrenador...Inmediatamente generalizamos este error y lo
divulgamos alegremente hasta crear una corriente adversa, que define a esta
persona por esta etiqueta.
Entrenadores: Podéis decirme entrenando, la cantidad de etiquetas que os habéis encontrado?? “Este/a
jugador es muy vago...” “Este/a no entiende nada” “Cuidado con aquel entrenador
que tiene mucho genio”... y así podríais hacer una larga lista de personas
etiquetadas, y que agruparemos convenientemente en nuestro cerebro a fin de
discriminar a las diferentes personas....
La etiqueta va muy relacionada con el rumor. Se
utiliza para definir a alguien , pero básicamente sobre un aspecto negativo.
Fijaros...”Este entrenador hace unas cosas muy
raras, es muy suyo, nunca sabes por
donde te va a salir, etc...” Este rumor hacia este entrenador o del jugador, se extiende como una
mancha de aceite y no tiene fin. Generalmente este entrenador le llega este
tipo de etiqueta que se ha difundido a través de un rumor. La conclusión es que
esta persona ante la inviabilidad de luchar contra este rumor, acaba por
ejercer como la etiqueta que le han “colgado”.
Atentos con estos rumores que enjuician a una
persona y la pueden etiquetar...y ésta dura siempre. Los mas maduros la llevan
a la espalda y no les importa, porque se sienten valorados por la gente que les
rodea y les quiere, pero otros, que posiblemente no tengan esta autoestima en
su nivel de equilibrio, les genera tal ansiedad y malestar que pueden llegar a
destruirse por dentro.
En nuestro ámbito es fácil hacer daño a los
entrenadores y también a los jugadores....Sueltan un rumor, se extiende y la
gente que no te conoce acaba pensando esto de ti aún sin conocerte, otros ya se
han encargado de colgarte una etiqueta. Será tu carta de presentación
invisible. Esa que llevas en la frente y que sólo “ven” los demás
Es fácil decir que lo mejor es no escuchar a nadie,
pero la realidad es que algunas personas necesitan dar rumores para ser
escuchados. Son estas personas que les molesta la competencia, que se sienten
inseguros de su cargo, que sospechan de todo lo nuevo, y que se aferran a la
silla por que tienen miedo a perderla, o a perder estos pocos euros que para
ellos son mas valiosos que la honestidad.
Alejaros de los rumores, huíd de las etiquetas, y
desconfiad de la gente que las difunde, por que de vosotros él/ella ya lo habrá
hecho...Es su puesta en escena. Es su mal forma de vivir, pero necesaria para
subsistir, ante su vacío mundo sin
color.
Interessant escrit.
ResponEliminaMalauradament hi ha moltes persones que són així
Joan, los que estamos sujetos a "juicio público" (entrenadores, jugadores, directivos, árbitros, etc...) tenemos que saber elegir.
ResponEliminaElegir hasta donde dejamos que se nos etiquete, o elegir como nos afecta, si es que lo hace. Yo, cada vez tengo mas claro quien y que es lo que soy y que, porqué, para qué y para quien hago las cosas.
Yo intentaré no dejar que los rumores (siempre malintencionados) me distraigan de eso. Me da igual lo que digan de mi. Mis actos me definiran machaconamente y me desmentiran o me confirmaran (segun el caso) frente a las palabras de quien las haya emitido con el propósito que sea...
Un abrazo y a seguir en el camino...
PD: Algunas de esas tendencias a la rumorologia se quitan con los años. Otras, las de los que tienen sus vidas vacias, curiosamente se incrementan...